Hoy hace 14 años me despedí de él. Ha llovido demasiado. Pero mi memoria, absurda ella para algunas cosas, me regala recuerdos que revivo como si el tiempo se hubiese parado.
Siempre tenían dos imanes y un plástico duro enrollado en el bolsillo; se entretenía con ellos entre cigarro y cigarro. Fumaba Habano. La primera vez que quiso dejarlo empezó a mascar chicles de nicotina. La segunda vez le dio por las pipas Reyes. Acabó fumando Habano, mascando nicotina y comiendo pipas.
Aprendió a tocar la guitarra él solo. Cantaba bajito. Ojalá se te acabe la mirada constante, la palabra precisa, la sonrisa perfecta… Médico a tiempo completo, melómano de profesión. Se emocionaba cada vez que ponía un disco nuevo en la cadena que le regaló mi madre. Era gracioso verlo seguir los ritmos vehementes de Tom Waits con una sonrisa de medio lado. Con once años le dije que quería un disco de Manolo Tena. Querrás decir de Manolo García. Eso mismo. Hicimos pájaros de barro y los echamos a volar.
Hizo un retrato a lápiz de mi yo de quince años. Estaba lista para mi primera fiesta de Nochevieja. Hoy nos mira desde nuestro salón. También pintaba monstruos y otras cosas inenarrables. Guardo su lapicero. Curri lo usa de vez en cuando. También tengo sus gafas.
En su etapa saludable cogía la bicicleta. Hacía rutas largas los fines de semana. Un día llegó con la rodilla pelona. Había usado calas por primera vez y en un semáforo no se acordó de que las llevaba. Se reía recordando una caída poco honrosa. Después se compraba el periódico en el Kiosco de Alfonso, el único negro que había en Mairena en los noventa. Preparaba tapitas de mediodía y ponía música que se apagaba si echaban carreras de motos en la tele.
También sabía hacer tapices. Y le gustaba grabarnos en cassette sin que nos diéramos cuenta. Esas maravillas están en paradero desconocido.
El humor absurdo. Van dos astronautas en una nave y llaman a la puerta. ¿Te imaginas que es una vaca? Y era una vaca. Creo que me reía más de verlo a él al borde del síncope de las carcajadas que del chiste, que también me hacía gracia. No era común disfrutar de un ataque de risa suyo; pero cuando le daba, se montaba la gozadera. Poco antes de ponerse malo tuvo uno viendo a los Morancos vestidos de espermatozoide haciendo una carrera a cámara lenta en una pista de atletismo. Las lágrimas irrefrenables de mi padre eran otro rollo.
Y para hablar de Faemino y Cansado y El orgullo del tercer mundo necesitaría un buen rato. Porque todo esto lo hacemos ¡por la pasta!
Kiko Veneno. Los conciertos en Campoalegre. El son cubano y el flamenco. Qué tiempos. El no concierto de Silvio, al que fuimos con muchas ganas y después de la segunda canción dijo que se largaba. Iba más pedo que Alfredo. Allí nos encontramos a Paloyo. Marguerita, Margueró; vinagreta, vinagró…
No news, good news era lo único que sabía decir en inglés. Poco, pero con enjundia. Hubo una época en la que echaban un anuncio en la tele en el que en algún momento preguntaba una voz en off: ¿Qué pasa si los médicos se equivocan? Mi hermano, segundos antes, le hacía esa misma pregunta a mi padre, y él contestaba pues depende, hijo. A los dos segundos se escuchaba la frase en la tele y nos reíamos. Esto ocurría cada noche.
Recuerdo sus historias de la puta mili. Las de sus pacientes de Guillena y Torre la Reina, cuyo consultorio se llama Doctor Higinio Capote.
Recuerdo cuando nos dijo que había una sorpresa en casa. A mamá le habían hecho una prueba médica y le habían dado Sosegon. Calzaba un buen moreque. Él le propuso comprar un perro y a ella le pareció una gran idea. Así llegó Tronco, el perro más malaje del planeta. Solo le daba lametones a mi padre, que se moría del asco pero le daba pena y se dejaba.
También recuerdo cuando nos dijo que el abuelo se había muerto. Cuando nos dijo que Carma estaba mala. Cuando nos dijeron que apagásemos la tele porque tenían que contarnos que se iban a separar. Y cuando nos pidió que cogiésemos un teléfono cada uno para decirnos que tenía un tumor en el hígado.
Qué no daría yo por haber llenado los últimos 14 años de más recuerdos. Si lo echo más de menos reviento.
