La palabra recordar proviene del latín recordari; re significa nuevo, y, cordis, corazón. Por lo tanto, es algo así como “pasar de nuevo por el corazón”.
Tengo muchos recuerdos suyos, pero pocos para los que deberían ser. Si me concentro puedo recordar el olor de sus manos y el de su casa. No usaba perfume, pero sí un desodorante cuyo aroma se me metía en lo más profundo de la pituitaria cuando era pequeña, y me resultaba insoportable. Lo mismo me pasaba con el olor de su 4 Latas, una mezcla de Habano y Dios sabe qué. Hacía todos los trayectos cantando con la nariz tapada: Fuego ed el bodte de Vedus y yo be voy a quebar…
Recuerdo los cantecitos que nos echábamos con ese disco que suena a casa, y recuerdo el día que vi la carátula y no podía creer que Kiko Veneno tuviese esa cara: en mi mente era un rubio de ojos claros.
Recuerdo la letra de cada una de las canciones porque siempre he sido más seguida que una paja y mi padre le daba a rebobinar las veces que hiciesen falta. Y, como todas no caben aquí, he hecho un mix que no sé si Kiko me sabrá perdonar. #PrayForKiko #PerdónKiko
Con los ojos brillantitos echo de menos a mi superhéroe de barrio. Ahora tengo su guitarra; la miro y no me suena, y mi corazón va solito por la carretera. Soy mensajera, y tengo que decirle que lo echo de menos, que me abrace fuerte y que me haga volar; que me ponga la cinta otra vez, hasta que se arranque; y que las alegrías van en sol mayor. Y vuelo, vuelo, vuelo, no dejo de volar como la paloma supermana, que yo también tengo mi fórmula secreta: he entrenado duro y quiero que mi padre se sienta muy orgulloso de mí.
Hoy hace 16 años que dejamos de crear recuerdos juntos, pero cada día vuelve a pasar por mi corazón.